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A proposito de la Copa America: El futbol y las mujeres

junio 30, 2011 0 comentarios

Sucedió en Brasil, donde el fútbol es pan y evangelio: un hombre que estaba con su hijo haciendo la fila para ver jugar a Flamengo descubrió, de repente, que había olvidado los dos boletos.
Como vivían cerca, el hijo fue corriendo a buscar los billetes, mientras el padre permaneció en la cola afuera del estadio. Cuando el muchacho llegó a la casa, encontró a su madre en la cama con un tipo. El niño tomó los dos boletos y, sin decir nada, partió como un rayo al reencuentro con su papá.
-- Papi, te tengo una noticia muy mala – dijo el chico, jadeante.
-- ¿Cuál es? – preguntó el viejo, más concentrado en su pequeño radio que en el anuncio de su hijo. 
-- Encontré a mi mamá en la cama con un señor.
-- Yo te tengo una noticia peor – repuso el padre -- : ¡imagínate que no va a jugar Zico!
En Argentina, donde el fútbol es también una fiebre de 40 grados, Roberto Fontanarrosa, el genial caricaturista, nos presenta a una vieja gorda que, en una tribuna repleta, exclama: “en realidad, a mí el fútbol no me gusta, pero yo insisto en venir a la cancha, a ver si en una de esas hay un gol y mi marido me abraza”.
Los dos chistes nos recuerdan el antiguo alejamiento de varones y hembras a causa del fútbol, un deporte que nosotros adoramos y que ellas consideran la versión moderna del anticristo. Para las mujeres, se trata de un juego menos divertido que una hernia, en el que 23 idiotas – árbitro incluido – corren como lunáticos detrás de una pelota. Para nosotros, en cambio, la existencia de un día tan tedioso como el domingo sólo se justifica por el fútbol. El estadio – lo digo a nombre de todos los hombres – es el templo de una liturgia en la cual la fe es estable y sincera. Tanto así que hemos podido preservarla aunque se marcharon sacerdotes esenciales como Pelé y Maradona, y muy a pesar de que el fútbol se haya convertido en un híbrido de hípica con lucha libre. En cualquier caso, es una religión tan humana que tolera a los dioses falibles y admite el odio, la felicidad de ver al prójimo con el ánimo destrozado.
¿Qué es la alegría?, le preguntaron una vez al expresidente chileno Salvador Allende, frente al televisor de su casa, y él contestó sin vacilar: “la alegría se llama gol”. Su esposa, que estaba cerca, esperaba quizá que la respuesta fuera un cumplido para ella. Pero no hubo tal porque, en esas instancias, los hombres no tenemos ojos sino para el partido. Inclusive podría asegurar que si en el Jardín del Edén hubiera existido el fútbol, Adán no se habría comido el fruto prohibido y, por tanto, no estaríamos condenados a conseguir el pan con sudor y lágrimas. Me pregunto, a propósito, qué suerte habría corrido el mito de la paciencia de Penélope si Ulises, su marido, en vez de permanecer diez años peleando la Guerra de Troya, se hubiera ausentado un domingo – uno solo – para ir al estadio.
Las mujeres, en su gran mayoría, odian al fútbol porque las desplaza. Algunas, como Virginia Woolf, expresan esa animadversión en los términos más crudos. Un poco antes de su muerte, la escritora se atrevió a comparar la presencia de una mujer en un estadio con la de un judío en un campamento nazi. Esta inquina es evidente en un cuento célebre del escritor colombiano Álvaro Cepeda Samudio, en el cual la protagonista, llamada Juana, se muda a un apartamento ubicado arriba de la cancha, con la única intención de matar a los jugadores con su cerbatana envenenada. En cada encuentro los espectadores ven con sorpresa cómo los dos equipos terminan con siete u ocho jugadores, sin imaginar que detrás del exterminio está la mano de una mujer de apariencia inofensiva, que sólo pretende no aburrirse los domingos.
La columnista española Josefina Carabias sostiene que los hombres inventamos el fútbol para huir de la casa el domingo, ya que al no tener ese día pretextos providenciales como la oficina, las horas extras y las comidas de negocio, quedábamos expuestos a oír lo que por naturaleza no soportamos: que Periquito necesita zapatos nuevos, que hay que castigar a Juanito, que Manolita tiene un novio que no me gusta...
Otra periodista, la argentina Marta Merkin, confiesa que la relación de los hombres con el fútbol le despierta envidias. “Los que miran el partido en una pizzería”, dice, “pueden comer flan con crema aunque hayan pedido fugazzeta con queso, y ni siquiera notarán la diferencia”.
Merkin se muestra asombrada por el hecho de que dos hombres desconocidos que se encuentran en un ascensor pueden partir del piso veintiséis y llegar al subsuelo sin saludarse. “En cambio”, agrega, “si uno de los dos tiene un radio, el otro le preguntará cómo va el partido y allí mismo se pondrán a hablar como dos amigos de infancia”.
Amor en tiempos de fútbol 
Desde las jugadas mágicas que Messi, Cristiano Ronaldo y Kaká hacen con la pelota, a los goles sorpresa que suceden contra toda predicción, los hombres se mantienen hipnotizados frente al televisor; el fútbol es lo único que se ve, se oye y se habla. ¿Puede ésta situación, acaparadora de la atención masculina, afectar a la relación de pareja?
Si incluimos a la relación amorosa como un factor, el fútbol significa mucho más que unas horas frente al televisor; el Mundial de futbol  es una prueba a la paciencia y la generosidad, porque el reclamo y la falta de comunicación producen malestar en la pareja, sin mencionar de las diferencias en percepciones que mujeres y hombres tienen en torno al balón. Quizá eres víctima de éste mal que se impone entre tú y tu pareja y te preguntas, ¿qué es lo que sucede?
En primer lugar, la queja más común por parte de las mujeres tiene que ver con la poca (o nula) atención que reciben por parte de su pareja, lo que es natural.
De esta manera, las mujeres perciben que deben competir con el fútbol y quieren ser igual de importantes para ellos que un partido; una agresión directa cuando son ignoradas.
Por su parte, ellos, al percatarse de la molestia de su pareja, tienden a aislarse o permanecer a la defensiva frente al problema.
Asimismo, las mujeres asocian la intimidad o el vínculo afectivo con la conversación, mientras que los hombres basan la amistad y la intimidad con una actividad compartida. Sin mencionar que existen actitudes, tanto de la mujer como del hombre, que pueden empeorar las cosas más de lo debido, el error que la mujer comete es tratar de ganar su atención durante un partido y exponer sus inconformidades y el error del hombre es asumir que las mujeres están a su servicio u optar por ver los comerciales del medio tiempo en lugar de tener un gesto cariñoso con su pareja.
 La solución es: Negociar
A pesar que la situación llama a medidas extremas, y hay dos puntos de vista totalmente opuestos entre hombres y mujer, todo tiene una solución. En primer lugar, la mujer debe tener claro que el fútbol no es sinónimo de desafío, y si éste resulta intimidante, se debe a inconformidades previas con la pareja, que se refuerzan durante un partido.
Para llegar a un acuerdo, la comunicación es un aliado y el consenso mutuo es necesario para evitar malentendidos. Nosotras debemos ser tolerantes y comprender que el fútbol es una forma de esparcimiento para los hombres y ellos deben entender que no deben olvidarse de nosotras. La negociación es esencial para evitar peleas innecesarias.
Amamos a las mujeres, nacemos y morimos por ellas, y si aprendemos un lenguaje es sólo para nombrar el paraíso y ofrecérselo. Pero como bien dice el poeta Juan Manuel Roca, “no hay paraíso sin serpiente”, lo que en términos pedestres significa que a toda luna de miel le llega su partido. Después de ese clásico del domingo volvemos a ser la caja y la tapa, la llave y la cerradura, el río y la luna. Y podemos leer juntos el bellísimo poema de la peruana Blanca Varela en el que quedamos a paz y salvo, de una vez por todas, nosotros, el fútbol y ellas:
Juega con la tierra
Como con una pelota
Báilala, estréllala, reviéntala
No es sino eso la tierra
Tú en el jardín
Mi guardavallas, mi espantapájaros,
Mi Atila, mi niño
La tierra entre tus pies
Gira como nunca
Prodigiosamente bella.

Etapas de una buena borrachera

junio 23, 2011 0 comentarios


Ya que se aproxima el día del amigo. Estas son la diferentes etapas de una buena borrachera... quisiera saber cuántos se sienten identificados...


Etapa 1. Copeo leve con maní.
- Aun no pasa nada, la acción esta por empezar



Etapa 2. Copeo fuerte sin maní.
- Empezamos a despegar, abróchense los cinturones..."fasten seat belt..."



Etapa 3. Exaltación de la amistad y el parentesco.
- Mutuas gracias y virtudes
- Yo te quiero como a un hermano (a)
- Antes me caías mal, pero ahora...



Etapa 4. Cantos alegóricos y bailes regionales
- Fuera inhibiciones, abran paso que llego el rey del mambo.



Etapa 5. La demostración de la verdadera situación entre los sujetos
- 'En realidad siempre me gustaste....'
- 'Es que yo no quiero ser solamente tu amigo/a'



Etapa 6. Aumento de la temperatura y acoso sexual
- Auto presentación con desconocidos
- Llamadas reveladoras a los(a) ex: 'No puedo dejar de pensar en ti'
- Miradas de odio a quién dejó al amigo(a)



Etapa 7. Revelación de la verdadera personalidad
- El depresivo
- El alto chamuyero
- El señor  simpatía o mil chistes
- El superdotado
- El políglota
- El corriente
- El trotamundos o viajero



Etapa 8. Degradación del idioma
- Empezamos a convertirnos en multilinguistas



Etapa 9.Puteadas a la Iglesia, al Estado, a los EE.UU...a los extraterrestres
- Busquemos culpables de nuestra situación personal, del país y del mundo...



Etapa 10. Autosuficiencia moral y económica
- Entiendo todo perfectamente
- Yo pago
- Yo manejo
- Estoy bien



Etapa 11. Transmisión de la culpabilidad
- Algo le echaron al jugo ese...
- Es el hielo, algo le pusieron



Etapa 12. Repentina pérdida del equilibrio
- Caída libre o resbalones,  la tierra se mueve más rápido de lo normal.



Etapa 13. Caída del sistema
- Ya está, estoy del orto



Etapa 14. Destrucción del inmueble
- Pérdida total de la memoria... sentado en el bar con cara de destruido(a)



Etapa 15. Difícil desalojo del inmueble
- Yo no me quiero ir... ¡estoy bien! me tropecé nada más



Etapa 16. Devolución del maní
- Abrazo al ídolo de porcelana (inodoro).....o donde te sostengas



Etapa 17. Haciendo tierra o tirando el ancla


Etapa 18.Taquicardia y delirio de persecución


Etapa 19. Amnesia, pérdida de valor moral y juramentos posteriores
- ¿Qué soy novio (a ) de quién?
- ¿Qué besé a quién?
- ¿Qué me acosté con quién?
- ... no me acuerdo de nada.. .



Etapa 20. Recuento de los daños
- ¿y mi celular?
- ¿Quién me quemó con un cigarro?
- ¿Y este moretón?
- ¿las llaves?



Etapa 21. ¿Porque les hice caso? no hubiera ido...


Etapa 22. No vuelvo a tomar nunca más en mi vida...te lo juro  (clásico)


¡ Brindemos ! por la amistad,
por las amigas,
por los amigos,
por los amigos que vendrán,
por los que alguna vez fueron amigos,
por los que nunca serán amigos,
por los que siempre serán amigos,
por vos y por mi…
pod.. todoz nozotoz
pod...loz que nozz quiedenn
pod... aquellozzz que nozotrozz quedemozz
por.....aquelloz/azz que zon mázz que amigoz/azz
pod.......pod......mejor no brindemozzzzz mázz
zino no vamos a llegad al final del día
Te quiedo musho, mussssho, musssssssssssho amigo, hip !!!!!!

Para que diablos sirven los sexologos?

junio 16, 2011 0 comentarios

Por: Marcelo Birmajer
Conozco un solo sexólogo eficaz y su precio es módico: se llama viagra. La triste realidad es que el sexo es como el fútbol o la literatura: no se aprende, se hace. Un sexólogo puede pasarse horas explicándole a un hombre que lo que falta para que su mujer se entregue es diálogo, pero si esa misma mujer ve pasar a Brad Pitt se entregará íntegra aunque éste no pronuncie una palabra. Una sexóloga puede dedicar meses a invitar a una mujer a "crecer" para que su marido vuelva a desearla, pero si el mismo marido es invitado por una apetitosa mujer de 18 años, puedo asegurarles que no esperará a que "crezca" para aceptarla. Los sexólogos no sirven en realidad para ayudarnos a que el sexo funcione, sino para acompañarnos en la frustración cuando no funciona.
Mi amiga Lavinia se quejaba de que los hombres no atendían sus necesidades. Su último novio le hacía lo que él quería, la sometía a su antojo, y no era capaz de escucharla. Paradójicamente el mismo hombre la abandonó y Lavinia, muy curiosamente, permaneció varios meses llorando por él, pero al mismo tiempo jurando que nunca más se entregaría a un machista dominador. Con el tiempo y un sexólogo consiguió un novio que la esperó hasta que estuvo lista para hacer el amor y se entregó a ella con dulzura, escuchándola, acariciándola remotamente, aguardando hasta el susurro de sus más tibios deseos para satisfacerla. "Era el hombre de mis sueños… Y me quedé dormida", me confesó Lavinia avergonzada, "Le mentí que estaba tomando una medicación. ¡Me quedé dormida mientras él me acariciaba suavemente, tal como sugería el sexólogo!".
Los sexólogos me recuerdan a los libros de expertos en juegos de azar por dinero. Si los expertos en juegos de azar fueran efectivos, no venderían su saber a discretas casas editoriales: serían millonarios y no andarían dando vergüenza con libros de ocasión. Lo mismo ocurriría con un sexólogo que realmente conociera el secreto de la felicidad en el sexo: se follaría todo lo que pudiera, y no andaría compartiendo sus conocimientos, que son de lo poco realmente valioso que los humanos pueden alguna vez poseer. Nadie quiere que los demás hombres se follen a las mujeres. Si encuentro una mina de oro, no voy a andar contándolo por la radio.
Hay dos factores que nunca fallan en estas lides, pero no se pueden aconsejar: para los hombres, tenerla grande. Y para las mujeres, un buen culo. Es cierto que no garantiza una segunda vez, pero ofrecerá muchas primeras veces. Tampoco garantiza una buena primera vez, pero peor aún es hacerlo mal y tenerla chica, o sin culo. Estas verdaderas perlas indiscutibles de sabiduría no me convierten en un sexólogo, apenas en un simple observador de la realidad.
Yo no creo que Penélope Cruz necesite un sexólogo para que los hombres se la quieran follar, ni para hacerlos felices. A mí me ha hecho tristemente feliz muchas veces, desde la pantalla del televisor, sin el concurso de ningún sexólogo. Y hasta que no se invente la máquina de leer el pensamiento, supongo que muchos hombres continuarán siendo felices con ella mientras follan con sus mujeres. Ese es un consejo, no tan efectivo como el viagra, que de todos modos podemos transmitirnos de hombre a hombre sin necesidad de licenciarnos en sexología: piensa en Penélope Cruz.
Por otra parte, ¿dónde se estudia sexología? ¿En el Silicon Valley? ¿Se dicta la cátedra de Consolador 3? ¿Quién es el profesor de Mamadas? ¿Cuál es la diferencia entre una clase de sexología y una orgía?
Yo sé que sexólogos y sexólogas incitan a las mujeres a no fingir el orgasmo. Creo que es un error garrafal: las mujeres no tendrán más orgasmos por dejar de fingirlo. Cuando tienen un orgasmo, que lo disfruten. Y cuando no lo tienen, deben fingirlo para que la unión, que ya transcurrió, no sea tan triste. ¿Qué se gana con hacer sentir mal al compañero? Siempre se puede decir que no a la siguiente vez, ¿pero por qué no fingir una vez que el juego ya está en movimiento? Y las esposas, por supuesto, tienen la oportunidad de separarse, siempre que quieran. Pero si prefieren quedarse con él, incluso aunque no siempre, o nunca, alcancen el orgasmo: ¿que ganarán con evitar fingirlo? Por su parte, los hombres deberían agradecer cada orgasmo fingido, más que los auténticos. Un orgasmo pleno no depende de la voluntad. Mientras que al fingirlo, la mujer demuestra respeto y cariño por el hombre. Los ruidos femeninos en el orgasmo, como los de Meg Ryan en When Harry met Sally, son un excelente acompañamiento para la inevitable eyaculación del hombre, que sucede en cualquier tiempo y lugar, incluso durmiendo, sin mayor necesidad de estímulo. Por otra parte, tu esposa no se ha casado contigo porque quiera hacer el amor: ha hecho el amor contigo para casarse. Y lo que le interesa ahora no es hacer el amor contigo, sino que no lo hagas con ninguna otra.
Como vengo diciendo en este artículo, en aquellos puntos en los que la mayoría de los heterosexuales coincidimos, como Penélope Cruz o un buen culo, no necesitamos que un sexólogo nos oriente. Mientras que en aquellos que son completamente singulares, un sexólogo nunca podría orientarnos. Por ejemplo, ¿qué pueden sugerirle a un hombre que disfruta de hacerlo con mujeres que usan la camiseta del equipo de fútbol enemigo? ¿O a mujeres que solo encuentran el placer con verduleros? En estos casos el sexólogo es como los expertos en marketing: adivinan el pasado. Pueden explicarnos por qué triunfó la Coca-Cola, pero nunca han logrado que otra gaseosa la supere. "A ti lo que te gusta es hacerlo con mujeres que cantan en do mayor", dice el sexólogo. "Es lo que acabo de contarle", responde el paciente, "Lo que quiero que usted me indique es cómo hago para que quiera hacerlo solo conmigo y no con sus otros cuatro amantes".
Muchos años atrás, antes de que todo este asunto llamado humanidad se echara a rodar, un ser todopoderoso transmitió el primer consejo sexológico que se daba sobre la Tierra: “No lo hagan”. Después se dio por vencido y se contradijo: "Multiplicaos". Desde entonces, ni los hombres ni las mujeres han necesitado de amenazas para llevar adelante ese mandato. Yo recomendaría a los sexólogos que se dedicaran a enseñarnos cómo evitar hacerlo cuando es inconveniente. Porque a hacerlo, parece, lo aprenden todos, mucho antes de terminar la secundaria.
Fuente: Revista SOHO Colombia

El Padrino: Una de mis peliculas favoritas

junio 10, 2011 0 comentarios

Los italianos dicen que la vida es tan dura que el hombre debe tener dos padres que velen por él; por eso todos tienen un padrino.
Hay hombres que no pueden escoger su destino. El destino los escoge a ellos. Sus genes están formados a base de poder y fortaleza; su piel puede ser de oveja, más su alma es de piedra. Un instinto sicario vive en ellos; un hambre no saciada les levanta la mirada y una inteligencia visionaria los compele a existir como lo mejor que pueden ser. Michael Corleone es uno de estos hombres.
El Padrino, la versión para pantalla del libro más exitoso de Mario Puzo es para muchos, la mejor cinta que se haya filmado, al menos en Norteamérica. Y voy a terminar pronto… Aquel que no ha visto El Padrino no puede decir que ama al cine.
Y es que no hablo sólo de un guión excelso, garabateado por la misma pluma que escribiera la novela, sino de un compendio del saber humano. La historia de los Corleone es superficialmente una fábula épica de mafiosos, pero en el fondo, su alma es el relato de un refugiado italoamericano radicado en Nueva York: Don Corleone, un hombre grande, no sólo en edad sino en sabiduría; sus conceptos acerca de los lazos filiales, la amistad, la lealtad y los enemigos, son considerados por muchos, un credo en la vida diaria de un verdadero hombre.
Magistralmente dirigida por el gran Coppola, El Padrino marcó un parteaguas en la historia de las películas de gangsters. No existe a la fecha un producto tan sublime. A partir de su estreno, el maestro Coppola fue llevado a los altares del séptimo arte, aún cuando se dice que su mejor trabajo es The Conversation y su película cumbre: Apocalypse Now, en donde, al igual que en The Godfather, Marlon Brando arrasa con la pantalla.
Cualquiera que deseé ser actor cometería un crimen si dejara de ver a Brando en esta cinta; su histrionismo se calificó de excelso, su mímica, su voz, su andar y hasta la forma de mirar. Marlon Brando fue siempre una gran estrella de cine, pero jamás se le vió brillar tanto como en el rol de Don Vito Corleone, el jefe de la familia más poderosa de Nueva York y hoy un ícono inmortal del cine.
La cinta no sólo mostró a esta gran estrella; fue también la catapulta del hoy consagrado Al Pacino, quien para muchos brinda en esta realización y su posterior secuela, lo mejor de su meteórica carrera. El elenco no termina ahí; Robert Duvall y James Caan fueron nominados junto con Pacino al Oscar por la mejor actuación de reparto. ¡Tres actores de una misma película en una sola categoría! Irónicamente ninguno de ellos ganó.
No obstante lo anterior, El Padrino fue galardonada como la Mejor Película de 1972; su guión y la actuación de Brando también le valieron sendos Oscares y aún cuando la magnífica cinta fue nominada en ¡nueve categorías! sólo pudo llevarse a casa tres estatuillas. Un caso más de la ocurrente estupidez de la Academia.
El libro de Puzo es perfecto, aún cuando éste lo niegue y diga, en sus propias palabras, que solamente lo escribió para hacer dinero. Sin embargo, para todos aquellos que hemos tenido sus más de quinientas páginas en nuestras manos y ojos, sabemos que El Padrino es una novela que no permite ser leída en un plazo mayor a siete días; así es su dinamismo, su exquisito desarrollo de personajes, su trepidante ritmo y su fantástico manejo de la cronología.
Puzo contaba con tan sólo 45 años, tenía un montón de deudas y trabajaba de freelance para una revista. Sobra decir que no tuvo que hacerlo más cuando los derechos de su libro para ser convertido en película, fueron comprados por una cantidad hasta entonces jamás pagada por un escrito: ¡Cuatrocientos diez mil dólares !
En toda la cinta de El Padrino, por increíble que parezca, jamás se menciona la palabra Mafia. Se dice que cuando Puzo y Coppola trabajaban en ella, unos caballeros se presentaron a verlos y en un tono más italiano que inglés les dijeron…
- Sabemos que están filmando una película acerca de algunos negocios de Nueva York… Bueno… nosotros sólo queríamos decirles que por la propia seguridad de ustedes y de la cinta, palabras como Mafia, Cosa Nostra y otras similares jamás deberán ser mencionadas…El escritor y el director de la cinta comprendieron muy bien la advertencia y por ello siempre se refirieron a los Corleone como “La Familia”.
El Padrino es verdad que es una historia sobre criminales. Sin embargo y no exagero, definitivamente es la mejor, ya que su narrativa no es simplista y lineal, sino que al igual que un río se compone de diversas afluentes que van dándole fuerza hasta llegar a convertirse en un caudaloso mar.
El Padrino es una brutal narración acerca de un hombre de inquebrantables principios que debe legar todo su imperio a su hijo; éste siempre ha renegado de su familia y sin embargo, al final, se ve vencido por su propia sangre y sucumbe a la irresistible seducción del poder a través del amor a su padre. ¿Y quién no lo haría?
Una historia poderosa, sabia, brillante y excelsa.
Algunas curiosidades de la película:
·         La escena en la que Vito Corleone se burla de Johnny Fontane imitando sus sollozos no estaba prevista en el guión sino que fue improvisada por Marlon Brando. Ninguno de los actores que participaban en la escena esperaba semejante reacción, por lo que tanto la cara de sorpresa de Al Martino, como las sonrisas nerviosas de Robert Duvall y Richard Wright son espontáneas.
·         Vito Corleone recibe su apellido del pueblo en la provincia de Sicilia del cual proviene, pues bien, los abuelos de Al Pacino son nativos de ese mismo pueblo, Corleone, Sicilia.
·         Durante el rodaje de la película se rumorea que Sterlin Hayden llevaba en el bolsillo consigo siempre un ratón.
·         El palo que Sonny Corleone (James Caan) le lanza a Carlo (Gianni Russo)en la escena de la pelea entre ambos, es algo totalmente improvisado por James Caan, Gianni Russo no sabía que este le arrojaría ningún objeto porque no estaba en el guión, fue algo que improvisó James Caan para acentuar la actuación de perplejidad de Gianni Russo.
·          En la escena en que muere Don Vito Corleone mientras juega con su nieto, Marlon Brando llevaba puestos unos dientes improvisados con recortes de cáscaras de naranjas (otra vez las naranjas antes de una muerte). Esos dientes de naranja estaban fuera de guión, para la escena estaba previsto que Don Vito jugara con su nieto y súbitamente muriera de un ataque al corazón. Pero previo al rodaje, Marlon Brando para ganarse la simpatía del niño con quien compartiría la escena, decidió jugar con él, para lo cual recortó una dentadura grotesca con las cáscaras de las naranjas que ya estaban dispuestas para la escena y jugó a perseguirlo como si fuera un gorila. Este juego gustó tanto a Coppola que lo incluyó en la versión final de la película.
·         Al principio de la primera parte aparece Vito Corleone en su despacho, sentado en su butaca acariciando un gato. Pues bien Brando se lo encontró antes de grabar la escena por los estudios. El gato no salía en el guión.
·         En la escena de la boda en que Johnny Fontaine está cantando, los planos cortos de la conversación entre Kay y Michael fueron rodados de noche ya que el tiempo se les echó encima, cosa que enfureció a Gordon Willis (director de fotografía).
·          Cuando Michael va al hospital a ver a su padre, para dar una mayor intriga al lugar, Coppola con la ayuda de George Lucas, añadió imágenes de pasillos vacíos extraídas del metraje sobrante cuando el personaje abandonada el encuadre.
·          La famosa escena inicial del funerario Bonasera pidiendo ayuda a Corleone no aparecía en el guión original de Coppola, sino que fue un amigo suyo el que se la sugirió.
·         Debido a que los productores no querían a Brando en la película, el director Coppola decidió hacer unas pruebas con varios actores, cual no fue su sorpresa cuando apareció Brando y dijo "quiero hacer esas pruebas para conseguir el papel", "tendrás que esperar tu turno como todo el mundo contestó Coppola sorprendido"; "esperaré" dijo Brando, y así lo hizo.
·          Marlon Brando asegura que se le ocurrió ponerse el algodón en la boca porque le daba pereza crear un personaje.
·         En la novela de "El Padrino" el personaje de Johnny Fontane tiene mucha más relevancia que en la película. Parece ser que el mismo Frank Sinatra presionó para que se evitasen el mayor número de similitudes entre Fontane y él. De ahí la brevedad en la trama de este personaje.
Algunas frases célebres de la película:
» "En Sicilia, las mujeres son más peligrosas que las pistolas.".
» "Voy a hacerle una oferta que no podrá rechazar".
» "Siempre me he negado a ser un muñeco movido por los hilos de los poderosos".
» "No es nada personal, es cuestión de negocios".
» "Nunca te pongas del lado de nadie que vaya contra la familia".
» "Santino, ¿qué te sucede, eh?. Nunca digas lo que realmente piensas delante de gente que no conoces".
» "Amistad y dinero... agua y aceite".
» "El hombre que no vive con su familia no puede ser un hombre".
» "Las mujeres y los niños pueden ser imprudentes, pero los hombres no".

Guia para entender a los hombres: Parte I

junio 02, 2011 0 comentarios

Cualquiera sabe que son bichos raros, que vienen de otro planeta, que son imposibles de entender. Hicimos el esfuerzo de diseccionar al hombre para saber qué diablos se siente haber nacido en ese extraño género que es incapaz de dejar limpio el aro del inodoro. Una guía para conocerlos. Y manipularlos.
Guía para entender a los hombres
¿Por qué no pueden contener los pedos?
Un ser humano —hombre o mujer— libera un promedio de 14 gases al día, se trate de quien se trate. Está demostrado que no hay ningún obstáculo biológico que impida a los hombres contenerse, de modo que esa licencia que se dan es cultural: un machismo gaseoso pero notorio por culpa del cual el hombre de la manada cree que su escatología es sinónimo de poder o al menos de risa. Si bien las mujeres y los hombres liberamos la misma cantidad, cabe decir que la dieta femenina suele ser más cuidadosa.
¿Cuántas veces a la semana les parece bien ver a la familia de su pareja?
Un estudio sociológico desarrollado demostró que a los hombres les parece bien ver a su familia política un promedio de dos veces. Pero al año. La idea que tienen de un domingo perfecto es ver fútbol y no almorzar con los suegros. Aunque a veces pueden ceder en lo del fútbol.
¿Por qué no pueden apuntar bien cuando hacen pipí?
Tienen algunas excusas fisiológicas. En el postpolvo, por ejemplo, luego de la eyaculación el cuello de la vejiga se cierra y la próstata se contrae, por lo cual es difícil que el chorro sea lineal; al amanecer, la vejiga suele estar llena y el paso del líquido suele ser más caudaloso y por lo mismo salir con dirección irregular. Y en la medida en que pasan los años la próstata les crece y el chorro pierde fuerza, lo que hace que tengan que pegarse más al inodoro para poder atinar. El resto, es por cochinos.
¿Todavía las quieren vírgenes? Y si no, ¿qué tan recorridas?
En teoría, ya no. Los tiempos han cambiado. Si hablamos de fantasías, siete de cada diez encuestados desean hacer un trío con dos mujeres. Una mujer virgen puede ser sinónima, más que de pureza, de impericia. Ahora bien: la moral masculina es extraña. Lo que a ellos les gusta es una mujer muy recorrida que les diga que es virgen. Sin embargo, siga este consejo: no reconozca más de tres amantes anteriores al de la actualidad. Hay un estudio que señala que el hombre acepta ese promedio sin mayores escándalos.
¿Les gusta que les cojan los testículos?
Mucho. La bolsa que contiene los testículos tiene una sensibilidad equivalente a la que las mujeres tenemos en los labios exteriores. La cantidad de terminaciones nerviosas en los testículos y el ano hace que cualquier roce en estas zonas les produzca mucho placer, pero les cuesta aceptarlo por aquello de que los tomen por maricas.
¿Se fijan en lo que nos ponemos?
Cero. Para la muestra este experimento: hicimos que una mujer entrara a un recinto donde había ocho hombres. Diez minutos después les tapamos los ojos. A la pregunta de cómo eran los aretes de la mujer, ninguno supo contestar; a la de cómo eran los zapatos, tampoco. Sabían de qué color eran los calzones que se alcanzaban a entrever en los jeans, y de qué color eran las tiras del brasier. Conclusión: no miran nada. Solo el culo y las tetas. Son unos enfermos. Unos anormales.
¿Todos los hombres se masturban?
Sí. Un dato afirma que el 92% de los hombres se masturban (¿con un 8% de margen de error ) mientras que en mujeres solo el 62% lo hace. Ahora bien: un estudio europeo alcanza a decir que el hombre se masturba dos veces más que las mujeres, a menos, claro, que se trate de un cura. En ese caso pueden ser más veces todavía.
¿Se hacen la paja aun cuando tienen pareja?
Sí. Lo dicho: son unos enfermos. De diez, nueve aceptaron que se masturbaban y uno, con valentía, reconoció que una vez lo hizo, incluso, pensando en su pareja. Se comprometió, eso sí, a no volverlo a hacer. La desvinculación del sexo y el amor tiene una explicación antropológica: el hombre caza, la mujer anida. Su responsabilidad histórica era regar su semilla en la mayor cantidad de vientres que fuera posible para que subsistiera la especie. La de la mujer era garantizar que las crías crecieran. De ahí que ellos sean perros por naturaleza.
¿Cuándo está bien darlo sin quedar como una perra?
Una cosa es cierta: ninguna mujer es perra antes de darlo. Cada caso es distinto, claro, pero en general recomendamos nunca darlo en la primera cita. Y no por conservadoras razones de moral, sino porque el hombre es un animal al que se le deben administrar sabiamente algunas raciones de ausencia. A la cuarta está bien que sea la vencida.
¿Qué tanto perdonan los cachos?
Si son sexuales, jamás. Si son sentimentales, puede que sí. Haga la prueba: dígale a su pareja que una persona le gusta, y verá que a pesar de todo no será un motivo de ruptura. Pero dígale que tuvo sexo, y verá lo que sucede. La explicación también es antropológica: tras la ardua jornada de caza, el hombre no perdonaría estar trabajando para alimentar crías que no eran suyas, concebidas, como es obvio, tras el sexo. Las mujeres, en cambio, tendemos a no perdonar los cachos sentimentales por la misma razón: lo que podía impedirnos la supervivencia era que el macho no regresara a la cueva por irse a otra. Vestigios de primates que aún nos quedan.
¿Qué tan importante es para un hombre que la mujer llegue al orgasmo?
Mucho, pero no por generosidad sino por vanidosos. Para el hombre el sexo es llegar al orgasmo: sin mucho preámbulo, sin mucha elaboración. Como juzgan desde su condición, el hombre que nos haga venir queda con el ego más grande que su miembro en estado de erección. Sin embargo, la estadística los delata: el 90% de los hombres son capaces de tener un orgasmo durante el acto sexual contra solo el 25% de las mujeres, según el informe Kinsey.
¿Se dan cuenta cuando la mujer finge un orgasmo?
No. En general, no: basta con un jadeo creciente, un gemido, y listo: juran que llegamos. Es una lástima, pero es así. Son realmente elementales.
¿Les importa tirar con la regla?
A veces pueden más las ganas, pero no nos equivoquemos: no deja de darles asco. Por regla general.
¿Con cuántos polvos se sienten satisfechos?
Con muchos menos que nosotras. Un experimento hecho en California estableció que una mujer puede tener 134 orgasmos en una hora, mientras que un varón no más de 16. Acá, el 32% entre 35 y 50 años tienen entre tres y cuatro relaciones sexuales por semana (muchas de ellas, incluso, con su mujer); el otro 68% se puede dar por bien servido con hacerlo una vez cada siete días. Un promedio bajo, pero envidiable en el caso del padre Chucho. O de todas las mujeres que gracias a su celibato se han salvado de estar con él.
¿Son capaces de decir 'te amo' sin sentirlo?
Incluso sintiéndolo con todo el corazón ha habido casos en que también han sido capaces de decirlo.
Fuente: revista SOHO Colombia

 
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