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Guia para entender a los hombres: Parte I

junio 02, 2011

Cualquiera sabe que son bichos raros, que vienen de otro planeta, que son imposibles de entender. Hicimos el esfuerzo de diseccionar al hombre para saber qué diablos se siente haber nacido en ese extraño género que es incapaz de dejar limpio el aro del inodoro. Una guía para conocerlos. Y manipularlos.
Guía para entender a los hombres
¿Por qué no pueden contener los pedos?
Un ser humano —hombre o mujer— libera un promedio de 14 gases al día, se trate de quien se trate. Está demostrado que no hay ningún obstáculo biológico que impida a los hombres contenerse, de modo que esa licencia que se dan es cultural: un machismo gaseoso pero notorio por culpa del cual el hombre de la manada cree que su escatología es sinónimo de poder o al menos de risa. Si bien las mujeres y los hombres liberamos la misma cantidad, cabe decir que la dieta femenina suele ser más cuidadosa.
¿Cuántas veces a la semana les parece bien ver a la familia de su pareja?
Un estudio sociológico desarrollado demostró que a los hombres les parece bien ver a su familia política un promedio de dos veces. Pero al año. La idea que tienen de un domingo perfecto es ver fútbol y no almorzar con los suegros. Aunque a veces pueden ceder en lo del fútbol.
¿Por qué no pueden apuntar bien cuando hacen pipí?
Tienen algunas excusas fisiológicas. En el postpolvo, por ejemplo, luego de la eyaculación el cuello de la vejiga se cierra y la próstata se contrae, por lo cual es difícil que el chorro sea lineal; al amanecer, la vejiga suele estar llena y el paso del líquido suele ser más caudaloso y por lo mismo salir con dirección irregular. Y en la medida en que pasan los años la próstata les crece y el chorro pierde fuerza, lo que hace que tengan que pegarse más al inodoro para poder atinar. El resto, es por cochinos.
¿Todavía las quieren vírgenes? Y si no, ¿qué tan recorridas?
En teoría, ya no. Los tiempos han cambiado. Si hablamos de fantasías, siete de cada diez encuestados desean hacer un trío con dos mujeres. Una mujer virgen puede ser sinónima, más que de pureza, de impericia. Ahora bien: la moral masculina es extraña. Lo que a ellos les gusta es una mujer muy recorrida que les diga que es virgen. Sin embargo, siga este consejo: no reconozca más de tres amantes anteriores al de la actualidad. Hay un estudio que señala que el hombre acepta ese promedio sin mayores escándalos.
¿Les gusta que les cojan los testículos?
Mucho. La bolsa que contiene los testículos tiene una sensibilidad equivalente a la que las mujeres tenemos en los labios exteriores. La cantidad de terminaciones nerviosas en los testículos y el ano hace que cualquier roce en estas zonas les produzca mucho placer, pero les cuesta aceptarlo por aquello de que los tomen por maricas.
¿Se fijan en lo que nos ponemos?
Cero. Para la muestra este experimento: hicimos que una mujer entrara a un recinto donde había ocho hombres. Diez minutos después les tapamos los ojos. A la pregunta de cómo eran los aretes de la mujer, ninguno supo contestar; a la de cómo eran los zapatos, tampoco. Sabían de qué color eran los calzones que se alcanzaban a entrever en los jeans, y de qué color eran las tiras del brasier. Conclusión: no miran nada. Solo el culo y las tetas. Son unos enfermos. Unos anormales.
¿Todos los hombres se masturban?
Sí. Un dato afirma que el 92% de los hombres se masturban (¿con un 8% de margen de error ) mientras que en mujeres solo el 62% lo hace. Ahora bien: un estudio europeo alcanza a decir que el hombre se masturba dos veces más que las mujeres, a menos, claro, que se trate de un cura. En ese caso pueden ser más veces todavía.
¿Se hacen la paja aun cuando tienen pareja?
Sí. Lo dicho: son unos enfermos. De diez, nueve aceptaron que se masturbaban y uno, con valentía, reconoció que una vez lo hizo, incluso, pensando en su pareja. Se comprometió, eso sí, a no volverlo a hacer. La desvinculación del sexo y el amor tiene una explicación antropológica: el hombre caza, la mujer anida. Su responsabilidad histórica era regar su semilla en la mayor cantidad de vientres que fuera posible para que subsistiera la especie. La de la mujer era garantizar que las crías crecieran. De ahí que ellos sean perros por naturaleza.
¿Cuándo está bien darlo sin quedar como una perra?
Una cosa es cierta: ninguna mujer es perra antes de darlo. Cada caso es distinto, claro, pero en general recomendamos nunca darlo en la primera cita. Y no por conservadoras razones de moral, sino porque el hombre es un animal al que se le deben administrar sabiamente algunas raciones de ausencia. A la cuarta está bien que sea la vencida.
¿Qué tanto perdonan los cachos?
Si son sexuales, jamás. Si son sentimentales, puede que sí. Haga la prueba: dígale a su pareja que una persona le gusta, y verá que a pesar de todo no será un motivo de ruptura. Pero dígale que tuvo sexo, y verá lo que sucede. La explicación también es antropológica: tras la ardua jornada de caza, el hombre no perdonaría estar trabajando para alimentar crías que no eran suyas, concebidas, como es obvio, tras el sexo. Las mujeres, en cambio, tendemos a no perdonar los cachos sentimentales por la misma razón: lo que podía impedirnos la supervivencia era que el macho no regresara a la cueva por irse a otra. Vestigios de primates que aún nos quedan.
¿Qué tan importante es para un hombre que la mujer llegue al orgasmo?
Mucho, pero no por generosidad sino por vanidosos. Para el hombre el sexo es llegar al orgasmo: sin mucho preámbulo, sin mucha elaboración. Como juzgan desde su condición, el hombre que nos haga venir queda con el ego más grande que su miembro en estado de erección. Sin embargo, la estadística los delata: el 90% de los hombres son capaces de tener un orgasmo durante el acto sexual contra solo el 25% de las mujeres, según el informe Kinsey.
¿Se dan cuenta cuando la mujer finge un orgasmo?
No. En general, no: basta con un jadeo creciente, un gemido, y listo: juran que llegamos. Es una lástima, pero es así. Son realmente elementales.
¿Les importa tirar con la regla?
A veces pueden más las ganas, pero no nos equivoquemos: no deja de darles asco. Por regla general.
¿Con cuántos polvos se sienten satisfechos?
Con muchos menos que nosotras. Un experimento hecho en California estableció que una mujer puede tener 134 orgasmos en una hora, mientras que un varón no más de 16. Acá, el 32% entre 35 y 50 años tienen entre tres y cuatro relaciones sexuales por semana (muchas de ellas, incluso, con su mujer); el otro 68% se puede dar por bien servido con hacerlo una vez cada siete días. Un promedio bajo, pero envidiable en el caso del padre Chucho. O de todas las mujeres que gracias a su celibato se han salvado de estar con él.
¿Son capaces de decir 'te amo' sin sentirlo?
Incluso sintiéndolo con todo el corazón ha habido casos en que también han sido capaces de decirlo.
Fuente: revista SOHO Colombia

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