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Poligamia, ¿Por qué conformarse con una?

agosto 31, 2011


Por: Gerardo Lammers:

Si usted, caballero, se considera un hombre sensible, pasional y relativamente liberal; si el hecho de tener amantes ya dejó de hacerle gracia y quiere pasar a la siguiente etapa; o si simplemente le sobra dinero y quiere hacerse la vida difícil, entonces quizá sea la poligamia lo que ande buscando.

Paul Gauguin, el pintor que terminó sus días en la Polinesia, rodeado de hermosas aborígenes, nos legó algunas de las visiones más puras, idealistas, sugerentes y, si cabe la palabra, virginales, de la poligamia. Se trata, claro, de una imagen de la poligamia en la que el macho es dador de vida, deidad y figura de culto. Sin embargo, ¿es esto posible en el mundo de hoy?, Si es así, ¿cuánto cuesta llegar allí?. Entendemos por poligamia ese tipo de matrimonio (y subrayemos la palabra: matrimonio) en que se permite a una persona estar casada con varios individuos al mismo tiempo. En este caso, nos referiremos de manera especial a la poliginia, es decir, al matrimonio de un hombre con múltiples mujeres.

Dejando de lado ese chip instalado que dice que, en virtud de que siempre han existido más mujeres que hombres, los primeros nos tenemos que repartir a las segundas, lo cierto es que desde tiempos inmemoriales la poligamia ha contribuido a la expansión de la especie humana en el planeta y aparece citada en libros sagrados como el Antiguo Testamento y el Mahabharata (donde por cierto aparece la poliandria, es decir, el matrimonio de una mujer con varios hombres). Sociedades y culturas de los cinco continentes la han hecho suya.

Mucho antes de la invención del bungee jumping, los aborígenes norteamericanos ya practicaban los compromisos extremos. Encontraron en la poligamia el medio ideal para acabar con el aburrimiento. Y así llegamos hasta nuestros días, en los que la poligamia, mal que bien, sigue presente. En Asia, por ejemplo, aunque el hinduismo no la permite, tampoco la prohíbe. Los musulmanes de India tienen permitido tener varias esposas. Si volteamos hacia el África subsahariana descubriremos que la poligamia ha estado presente en minorías acaudaladas y clases gobernantes. En América, en el estado de Veracruz, en México, el hombre y sus esposas habitan en un mismo espacio y los hijos son educados como hermanos. Un poco más al norte, en Estados Unidos, se han descubierto sonados casos de jefes mormones que han querido hacer de la poligamia una fábrica clandestina de fieles.

El hecho de que todos los cónyuges compartan la misma casa es uno de los aspectos más delicados de toda relación poligínica. Algunos expertos advierten que no es recomendable que las esposas convivan demasiado entre sí (las razones son obvias). Sugieren ubicarlas en casas distintas o, si se cuenta con los medios, en ciudades o en países distantes. Otros analistas, en cambio, ven en la convivencia diaria entre cónyuges una manera de optimizar recursos y alcanzar altísimos niveles de conciencia al mismo tiempo. Aquí arribamos a uno de los supuestos inconvenientes de la poligamia en el mundo moderno: el factor económico. Si usted no es un jeque petrolero de los Emiratos Árabes Unidos, en teoría usted se vería obligado a quintuplicar esfuerzos y a aceptar trabajos inverosímiles que le permitan mantener el nivel de vida de usted, de las suyas y toda la prole que pueda venir detrás.

"Hay mucha competencia en el matrimonio polígamo", confesó a BBC la profesora ghanesa Genevieve Kuidor, primera de tres esposas. Se calcula que en Ghana la poligamia constituye 29% de todos los matrimonios en el norte de este país. "Si una esposa tiene diez hijos, la otra esposa querrá más. Si el marido compra algo para una esposa, la otra esposa también querrá lo mismo", agregó la académica.

Si bien se considera cierto que la poligamia puede desatar la rivalidad entre sus cónyuges, lo importante es que usted no enloquezca y sepa capitalizar la situación. Tenga en cuenta que los celos surgen sólo cuando el marido decide  escoger a una mujer como su favorita por encima de las demás y lo hace evidente. Pero, ante todo, la poligamia debe entenderse como un acuerdo razonable entre las partes. Por otro lado, la competencia en el matrimonio polígamo puede tener sus ventajas. Dos cabezas piensan (y trabajan) mejor que una. Ya no digamos tres, cuatro, cinco o “n” número de cabezas. Si usted es de los afortunados que pueden mantener a todas sus señoras bajo un mismo techo, lo más recomendable es que éstas se ayuden entre sí con los quehaceres de su casa o edificio. Una sana competencia deberá verse reflejada en todos y cada uno de los aspectos de ésta, su empresa familiar.

Ahora bien, ¿qué hacer con ese tiempo libre engendrado (si se me permite la expresión) por el modelo poligámico? Aquí se abre un mar de posibilidades que pueden llevar a un crecimiento económico capaz de sacar del subdesarrollo hasta a la comunidad más indolente. Si bien es cierto que se han registrado casos de abuso, como el de Liès Hebbadj, el argelino polígamo que se dedicó (y muy probablemente se sigue dedicando) a defraudar al Estado francés con las ayudas sociales solicitadas por sus respectivas esposas, lo importante es ser un hábil hombre de negocios con principios muy firmes y una firma de abogados que lo respalde.

Pero volviendo a la esfera personal, la poligamia debe conducirlo a una vida saludable, algo que traerá consecuencias que, poco a poco, usted notará en su desempeño. Mantener a varias esposas requiere un estado mental y físico óptimo. Es un reto, para qué negarlo. Y la vida está llena de retos. Así que si, por casualidad llegara a presentarse algún momento de flaqueza, escasez y bajos rendimientos, recuerde siempre que miles de ghaneses no pueden estar equivocados. Bien mirada, la poligamia es no sólo una variante del optimismo y la fidelidad (hay quien también la ve como la mejor manera de desinteresarse por el sexo). En estos tiempos de fraudes globales y crisis económicas apocalípticas, se trata de un retorno a las corporaciones familiares y una manera de hacerle frente al dominio chino.

Con media docena de esposas y varias docenas de hijos que mantener (en caso de que adopte el modelo clásico), llegará un momento en que usted, caballero, se mirará al espejo y descubrirá, esperamos, a un empresario amoroso, socialmente responsable y comprometido con no seguir abaratando la mano de obra (tendrá motivos familiares para ello). Y si por alguna remotísima causa algo llegara a fallar, siempre quedará la posibilidad de un divorcio múltiple. Tal parece que ahí radica el gran secreto de la poligamia: en el éxtasis que provoca liberarse de ella. Entonces, y sólo entonces, lo comprenderemos: los paraísos pintados por el gran Gauguin se bastan a sí mismos y son más que suficientes.

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